martes, 14 de febrero de 2012

Liberalismo

-Señor inspector del ayuntamiento, cuántos años esperándole, es un honor, pase, pase, por favor,  bienvenido a este humilde infierno.
-Buenas. Perdone, pero, según consta en el registro de licencias del ayuntamiento, esto no es ningún infierno. Esto es... concretamente... una tetería. Sí, aquí lo pone: tetería & crochet club.
-Sí, bueno, verá... anteriormente en este local, hace muuuuchos años se desarrollaba esa actividad, pero luego llegamos nosotros, mi socio Miberna y yo, y somos tan jodidos que solicitamos la nueva licencia de infierno y montamos esto.  Aquí tiene la solicitud.
-Mmmmm. Ya veo. La cuestión es que yo estoy aquí no para revisar un cambio de actividad, sino para verificar que no se desarrolla el negocio para el que se tiene la licencia... Según este acta de la policía, "el local no cuenta con mesitas, ni tazas, ni bolsitas de infusión. Los clientes, 5, parecen estar haciendo calceta pero no portan los adminículos correspondientes a tal actividad. El aire acondicionado se encuentra 3 centímetros más abajo de las medidas homologadas para una tetería y parece no funcionar pues hace un calor del carajo".
-Claro, mire usté, cuando solicitamos el cambio se nos dio el ok a la apertura, pero nunca llegó la nueva denominación, si esto no es una tetería no podemos comportarnos como tal, aunque a veces lo parezca. Aquí somos muy chungos, muy demoniacos, y, desde mediados del siglo pasado, andamos solicitando que se nos dé la licencia correcta. Todos los requisitos de infierno se cumplen, pero nunca nos contestan. La última vez que recibimos algo del ayuntamiento fue el distintivo legal para colocar en la puerta. El equivocado. Mire: T&CC.  Como comprenderá, no podemos ponerlo, pero, claro, a la vez, la policía flipa cuando viene a sus revisiones y se encuentra con tanta maldad.
-Ya. No sé qué deciros. Parece un típico caso de expediente x del ayuntamiento. Yo que vosotros iría personalmente al negociado de licencias e intentaría moverlo.
-Es que hemos llamado tantas veces que ya, últimamente, pasábamos un poco del tema, la verdad. ¿En qué dirección está el negociado ahora?
-Pues la verdad es que no lo sé.  El servicio de inspectores está externalizado en una empresa privada y yo vengo de Badajoz directamente. Buscad la dirección, id y movedlo.
-¿Y usted no podría... informar de la situación?
-Yo vengo a lo que vengo: no hay tazas, no hay bolsitas... Y es de lo que tengo que informar. Esto, a simple vista; quizá si me pongo a buscar cuatro pies al gato encuentro más cosas... Por ejemplo: estas teas sulfuradas. Esto no es de tetería: tengo que ponerlo.
-Pero, entonces nos van a multar o a cerrar.
-Bueno, también yo puedo haber estado aquí y no haberlo visto, a ver si me entendéis... De hecho, viendo vuestra buena disposición...
-Oiga, oiga que somos malísimos, no nos conoce usted.
-Hacemos una cosa: yo digo aquí que está todo correcto, que sólo veo unas teas sulfúricas que no corresponden a la actividad y que os insto a que, o bien las quitéis, o bien solicitéis al ayuntamiento el correspondiente permiso de teas sulfurosas. ¿Cómo tenéis el tema de salida de gases semi-tóxicos?
-Pues correctamente, cumplimos con todos los requisitos de infierno, pero es el ayuntamiento el que no nos hace caso.
-Mmmmmm. Pero esta salida de gases... No quiero ponerme a comprobar medidas, pero yo que vosotros la taparía con algún tipo de rejilla, que no se vea desde fuera. Porque claro, si viene otro inspector que no sea yo, esto lo puede ver desde la calle, ponerse a medir y buscaros un problema. Mejor que no lo vea...
-Jo
-Bueno, vamos a concretar: vosotros debéis ir al negociado de licencias y mover el tema de que miren qué ha pasado con vuestro expediente. Eso por un lado. Por otro, yo, en mi informe,  pongo que hay antorchas mortíferas que sorprenden al que viene a tomarse un té. A ver si me entendéis, tengo que poner algo. Así, solo recibiréis un apremio para que os adaptéis a la licencia que actualmente tenéis y tener cuidado con las teas.
-¿¿¿Quiere decir que tenemos que simular que somos una tetería???
-Eso, si no queréis que venga otro día otro inspector que no sea yo y os encontréis con una orden de clausura y cierre.
-Perdone que muestre mi perplejidad, está siendo usted muy amable... pero todo es un poco... absurdo.
-Todo es fruto de las trabas que tradicionalmente se han puesto al libre mercado. La nueva alcaldesa pretende acabar con toda esta situación y agilizar todo el papeleo que supone abrir un negocio. Dentro de poco no hará falta casi nada de lo que os estoy diciendo.
-¿Entonces?
-Entonces multitud de negocios abrirán por toda la ciudad, algunos sin cumplir la normativa más esencial.
-¿Y entonces?
-Entonces no habrá clientes para todos y sólo los poderosos y algún emprendedor exitoso sobrevivirán con muchos menos gastos y más ganancia. Selección naturalmente liberal se llama. Mientras tanto, el paro parecerá que baja.
-Jo, pero eso sí que será un infierno.
-El verdadero;  no como... esto.
-Muchas gracias, señor inspector. A sus pies, señor inspector.
-Buenos días.

viernes, 13 de enero de 2012

Misantropía

Marido y yo llevamos una vida de lo más casera: pasamos mucho tiempo en casa haciendo nuestras labores pseudo-intelectuales, pseudo-botánicas y pseudo-culinarias. Llevar una vida casera es bonito para un matrimonio de cuarentones, pero yo creo que, últimamente, nos estamos pasando.

Nuestros antiguos amigos llevan vidas interesantes y divertidas; siguen socializando, ligando y saliendo mogollón hasta altas horas; otros tienen hijos o mascotas; otros tienen nuevas parejas... no coincidimos nada.
Poco a poco nos vamos haciendo bastante huraños: hablamos poco, incluso entre nosotros, y andamos todo el día gruñendo sobre los curros, los jefes, los compañeros, el facherío, la estulticia generalizada... lo vemos todo súper negro y renegamos del país entero. Uno a otro apoyamos y amplificamos nuestras opiniones y, por si esto fuera poco, acabamos de radicalizar nuestras ideas en twitter, de donde, si te lo montas bien y bloqueas a los que dicen chorradas, sales exponencialmente reforzado. Llevamos súper razón en todo. De verdad.

Desde hacía tiempo estábamos pensando en reconcentrar toda nuestra mala baba en la nochevieja: era ideal aislarse del mundo cuando todos se ponen elegantes, están alegres, hacen cenas pantagruélicas, gastan mogollón y cumplen con estúpidas tradiciones mil veces repetidas. Nosotros, no. Nos quedamos en pijama, cenamos coliflor, vimos una peli y nos acostamos tempranísimo. ¡Qué a gusto nos quedamos! ¡Ah! Y no contestamos ni un solo mensaje chorra de feliz año.
Así estábamos en nochevieja:



Especialmente excitante para nosotros es ir a ver una peli mala al cine. Nos encanta que un director consagrado se baje los pantalones y churretee a sus miles de seguidores con un bodrio carísimo de realizar y promocionar. Es apocalíptico. ¡La de bilis que se puede soltar por todos los medios! Milagros como La peli que evito o Cagada triste de trompeta nos hicieron pasar unos días inolvidables. Aún hoy todavía nos enganchamos al recordarlo.

También procuramos evitar a los vecinos que saludan demasiado simpáticos o que preguntan algo, pero esto es lógico porque yo me quedé traumatizado desde que Creepy-vecina sesentona del tercero me hizo bajar a su casa con una excusa tonta y me recibió en camisón, tiró de mi hacia adentro y me dijo que era muy guapo  y que ella era buena vecina dispuesta a todo. Desde entonces nos dan miedo.
A veces llaman a la puerta y, rápidamente, bajamos la tele y apagamos las luces para que parezca que no hay nadie... La gente es muy pesada y los vendedores muy persuasivos y temo que nos vendan algo...
Los vecinos de la mega-terraza de enfrente, Mr. and Mrs. Kool, a veces nos invitaban a sus fiestas veraniegas y lo pasábamos fatal sin saber qué hacer o qué decir, pero luego ya nos dimos cuenta de que lo hacían para meter todo el ruido que les diera la gana y desde entonces nos limitamos a sonreír, decir que nos vamos de viaje y escondernos durante un par de días o tres. Y ya pasan de nosotros.

Sí, no es fácil. A veces, fantaseamos con tener nosotros también una mascota que nos dé vidilla,  pero tenemos que dejarlo enseguida porque yo me pongo muy sentimental, pensando en un galgo flacucho y desvalido, y Marido se arrepiente enseguida y me dice que me tome la pastilla corriendo.
El pobre hace esfuerzos por salir algo. Se ha hecho amigo de varios colegas del curro y a veces queda con ellos, pero vuelve súper pronto y luego me tiene que aguantar las coñas: que si qué tal la Chupi-pandi, que si no simules estar borracho si sólo has bebido dos cañas, que si te dejan salir con ellos porque son porreros y no se enteran... Al final, claro, la mayoría de las veces se desanima y se queda en casa.

Lechi dice que vivo en una burbuja y que me he convertido en un coñazo, pero, claro, ella, con su piso lleno de gatos no sabe lo bien que se está en casita... y cocinar... y comunicarse por gruñidos con tu pareja... y purgar los aparatos de la calefacción en invierno... snif!

viernes, 16 de diciembre de 2011

Estulticia ¿navideña?

Esta mañana, al entrar al trabajo, me he encontrado con tres desconocidas elegantemente vestidas y maquilladas; con la elegancia que una elige para ir al festival de Benidorm o para ir a la boda de su prima. Las tres portaban voluminosas bolsas y se comportaban de la forma más extraña: vigilaban desde la esquina antes de aventurarse en un pasillo, acechaban los despachos, daban grititos y correteaban lo que les dejaban los tacones, todas presas de una gran excitación.
-Disculpen, señoritas, ¿qué desean?
-¡Shhhh! ¡Aparta!
En ese momento me he dado cuenta de que las tres, bajo alisados japoneses y un recogido imposible, eran compañeras del centro. Teniendo en cuenta que sólo somos once y antes de recordar que hoy era la comida de navidad, he considerado la posibilidad de que fuera una broma o de que el director hubiera impuesto algún juego de role play a la plantilla,  tal era la transformación de su aspecto y su comportamiento.
-Jo, qué guapas os habéis puesto...
-Claro, ¡como tú eres tan soso y no quieres venir...!
-Ya me gustaría, pero es que tengo ir al funeral de mi tía-abuela, la de Galicia. ¿Y qué os pasa? ¿Qué son esas bolsas?
-Es el regalo del amigo invisible, que tenemos que dejar todos en el despacho vacío del fondo y no queremos que nos vean para que no nos reconozcan luego por la bolsa.
Claro, me lo han puesto a huevo:
-¡Pero si no se os reconoce a vosotras!
Lo inapropiado de la locución a hecho que todo se congelara durante décimas de segundo, transcurridas las cuales y tras tres miradas de desprecio absoluto han seguido corriendo hacia el susodicho despacho armando un considerable jaleo que nada tenía que ver con la discreción.

Una vez en el tajo, ha sido bastante difícil concentrarse y hacer algo.
-Jo, es que ya, en estas fechas, no apetece hacer nada, ¿verdad?
Nada;  nada absolutamente. A lo largo de la mañana la conversación ha ido despeñándose por un precipicio insalvable: desde temas sesudos como religión ("yo no soy muy religiosa, pero hay que ver qué bonitas son las ceremonias" o "yo no creo en los curas pero el mensaje me parece ideal"), hasta la compra de ropa y complementos, reyes de los niños y dulces navideños (dulces que algún amigo invisible ha materializado generosamente en la mesa principal)
Como el ambiente ha ido animándose, el señor director,  ese ser dotado con una admirable capacidad organizativa e impactante rapidez mental,  ha tenido a bien agasajar a la concurrencia con un vinillo dulce que se ha servido en grandes vasos de plástico blanco y unas latas de refrescos, "por si las chicas no querían alcohol".
Ha sido imposible no recordar viejas anécdotas del centro: equivocaciones graciosas de los alumnos, apellidos asombrosos que aparecen en los listados, o aquella hilarante ocasión en la que se perdieron en la basura los exámenes de una señora que empleaba todo su esfuerzo en estudiar por la noche tras su dura jornada laboral.

Sintiéndome culpable por no ir a la comida (a pesar de la amable insistencia y cariñosa presión de las organizadoras) y por no participar en el amigo invisible, me he animado a contar algo gracioso y he recordado públicamente que lo que más me llamó la atención cuando llegué al centro fue la clave que el señor director puso al ordenador principal: "brasileñas". Se ve que la gente ya estaba cansada de tanto chiste, porque no he tenido mucho éxito, pero al menos he participado en la algarabía general del momento.

Viéndonos a todos juntos y,  en contraste con los tíos, vestidos de diario,  quedaba patente que las chicas se habían arreglado, peinado y maquillado excesivamente. Todas. Todas menos una. La más mona de ellas. Una de la que hemos tenido que sufrir un humor de perros toda la mañana y que tras, dos horas de congestión y varios vinillos ha explotado:
-¡Al menos llevaréis maquillaje alguna! ¡A mí nadie me ha dicho que había que arreglarse!
La chispa del mal rollo ha quedado neutralizada rápidamente por el apoyo masculino:
-A mí tampoco, pero hubiera dado igual: no me iba a arreglar de ninguna forma...
-Tú no te preocupes, si tú estás bien siempre...
Carmen-Cari, con varios achuchones, también ha contribuido:
-No pasa nada, cari, que yo llevo de todo en el bolso. Ahora nos metemos en el baño y ya verás que guapa te dejo...

Por fin ha llegado el momento más feliz: la entrega de regalos del amigo invisible que, por esas cosas de la improvisación o porque se ha empezado por el regalo más caro, de repente, se ha descubierto y se ha hecho visible. 
Yo, desde el principio, y aunque no participaba, he puesto mis objeciones: que por qué no los dais en la comida ("porque Marichuchi, la pobre, no puede ir porque está su madre mala y ella SÍ que ha participado, no como yo") y que por qué se descubre el amigo después de tanto disimulo y misterio para entrar ("yo lo digo porque me apetece decirlo, si alguien no quiere que se lo calle").
La enfermedad de la incontinencia verbal me ha jugado otra mala pasada entonces:
-¡Pues yo creo que es mejor no decirlo, porque así,  al que le toque un TRUÑO,  podrá quejarse públicamente para escarnio del amigo invisible sin dirigirse a él directamente.!
En ese preciso instante,  el compañero que tenía a mi lado ha abierto este regalo:

Una bonita diana de felpa con dardos de velcro.
De nuevo, unos instantes de congelación general me han recordado que debía llegar a tiempo del funeral a Galicia y he salido pitando aunque faltaban diez minutos para salir.
-Con la venia, señor director.
-Márchese, márchese, hombre. Y siento lo de su prima. O lo de su abuela o quién fuera.

jueves, 8 de diciembre de 2011

Guassá Converseishon

LECHI: ¿Qué hay de ti?
YO: Casi que me voy a trabajar ya. Yo no tengo puentes, sólo me bajan el sueldo.
LECHI: Tampoco quería molestar.
YO: He comprado mierda de caballo para las plantas.
LECHI: Ah, qué bien. ¿Y qué tal la mierda?
YO: No he abierto aun. A lo peor no es ni auténtica mierda siquiera, nunca se sabe lo que te venden.
YO: Y tu qué tal.
LECHI: Yo, plan maruja.
YO: Bueno, tampoco te vas a morir.
LECHI: Cuidando gatos y a mi prometido.
YO: Ni te van a salir granos. Yo soy maruja toda mi vida y mira qué hermoso estoy.
LECHI: Bueno, soy maruja creativa.
YO: Ah, perdón. Tampoco quería ofender.
LECHI: Como ya he pasado a la historia.... la historia de Lechonia.
YO: Ya me extrañaba a mi que fueras una maruja cualquiera. ¡Maruja histórica!
LECHI: Bueno, entonces qué tal las plantas, ¿has matado ya las que querías?
YO: No, pero mañana asesinaré a varias.
LECHI: Madre mía... ¡asesina de plantas!
YO: Y tú, maruja histórica.
LECHI: Nekas*

*Nekas:"pues nada", en lechón.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

El nuevo número del infierno

En la soleada mañana del viernes, al atravesar el río por la parte sur de la ciudad, el amarillo brillante de las hojas de los árboles y los destellos de las alegres ventanas de los barrios obreros contrastaba con la neblina sucia que rodeaba las torres-rascacielos que se vislumbraban al fondo, amenazantes, presagio de la tormenta que se avecinaba, símbolo de la soberbia con la que el mundo de los ricos mira, desde arriba, a los pobres y prueba patente de la roña que mancha sus obras y sus intenciones.

Dos días después. las elecciones traen un número fatídico: 186. Un número que, holgadamente, da para putear a muchos, acabar con muchas cosas buenas y asustar a cualquiera. Rápidamente,  la curia patria mueve alegre sus faldones al calcular lo que el número dará de sí en sus arcas y en el crecimiento de sus tentáculos y las agencias de calificación lo desprecian y azuzan al nuevo jefe,  pareciéndoles todo poca cosa en su avaricia infinita.

Es el nuevo número del infierno. Temblad.


 * Gracias a Joaquín Secall por su fantástica obra. 

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Natación

Dispuesto a estar súper en forma y llevar mis músculos al esfuerzo límite, cojo el coche para dirigirme a Achuche, donde no hace mucho, y gracias a Amiga Verdadera 1, encontré un gym privado con piscina de 25m. donde quizá podría nadar algún día que otro.
Hoy y los cuatro últimos días no fueron de esos días. Las dos primeras calles de la piscina estaban ocupadas por varias señoras en su cincuentena y sesentena ocupadas en obedecer los alaridos de Chirly, la monitora de Aqua-gym, que, desde el borde, les señalaba unas acrobacias y contorsoniones imposibles de seguir, 1: por la edad de las alumnas, 2: por que ella está en tierra y las alumnas en el agua, 3, por que los adminículos de espuma de colores se lo impiden, 4: porque la concentración de señoras es demasiado elevada. Al parecer, el hecho de que ninguna de sus instrucciones fuera llevada a cabo por ninguna de las alumnas cabreaba a Chirly de tal forma que sus alaridos subían a un volumen difícil de tolerar por un oído humano sano.(¿Quizá las alumnas pertenecen a una asociación de sordos?), pero no impedía que Chirly parara o cambiara de actividad. The chow must gou on.
En el resto de las calles la concentración humana descendía ligeramente, no así la edad media de la concurrencia, que saltando límites y corcheras debía andar por los setenta. Setentones, sí, pero con una agilidad, una amplitud de movimientos, una gracilidad en el agua y una capacidad para actuar en manada que, o bien te rodean impidiendo tu rauda velocidad, o bien te impiden la total extensión de brazada de tu estilazo a mariposa o bien, directamente, te arañan o te barren de la calle.
Resignado, un día más salgo de la piscina dejando a Chirly en su exhibición acrobática, a las alumnas de Aqua-gym cual tente-tiesos descordinados y al resto de ancianos, ya relajados porque me han vencido, hablando animadamente en el borde.
En las duchas, ni un chulo. En la radio del coche, entrevista a Raphael que, a petición de las múltiples llamadas de fans, promete muchos años más de conciertos y discos.

lunes, 7 de noviembre de 2011

Obra en casa

Tras años de convivir con Lechi,  Yonki-Retrete retoma su vida independiente y planea volver a su casa que, como buena funcionaria, se compró hace tiempo.
En los comienzos de su relación, Lechi se negó a vivir en la que, para ella, era una vivienda demasiado pequeña, alegando que sus paseos por el saloncito acababan demasiado pronto.
La perspectiva de la nueva vida y retomar su hogar, ilusiona a YR y a su inseparable Pepitilla, amiga del pueblo y desde la niñez:
-Jo, tía, mi madre me dice que haga obra en el piso antes de volver. ¿Qué puedo hacer?, no se me ocurre na.
-Haz to baño, tía. Un baño-loft. Un espacio nuevo y diferente, solo pa meterse.
-¡Aaaaaaah! ¡Que me lo imagino, tía! ¡Alicatao hasta el techo, con repisa to alrededor!
-(A dúo) AAAAAAAAAAAAAAH!